un último consejo.

Vuela con tus pies sin que nadie te vea
canta de día; también de noche mientras tengas voz,
no valla a ser que cuando sólo puedas callar
te arrepientas por todo aquello que no pudiste gritar.

No permitas que el viento erosione las rocas donde supiste hacerte fuerte
hay días en los que sólo se huele a muerte,
más todo aquello no importa;
para los débiles sólo existe la suerte.

No dejes que tanta guerra, tanta trinchera sin esperanza
valla malgastando tu tiempo, tu bonanza;
la ilusión que supe encontrar entre los dos soles
que fueron tus ojos, en tiempos peores.

Cuando las cortinas se cierren,
extiende tus manos, abre tus ojos, golpeá las puertas.
No hay fracaso más grande
que quedarse sentado a que el tiempo solucione los problemas.
A que terceros traigan,
volando desde el cielo soluciones extrañas, anhelos propios de un perfecto;
naufragante.

No dejes no llores no corras.
No pidas no rogues ni mires por un cerrojo.
La vida es un segundo y todo lo que queda, una foto.