Desearía que estuvieses callada
que me observes y no digas nada.
Que me mires como acariciándome la piel y quedes;
obnubilada.
Desearía no ser tan torpe,
decirte al odio las palabras justas
quedarme mudo y estar seguro que aunque pasen las horas, no cambia nuestro mundo.
Nuestro espacio, donde nos miramos y somos uno.
Más que dos;
menos que nada.
Desearía que estuvieses a mi lado
en esos momentos en que las piernas flaquean,
los ojos se quiebran en llantos
y en lo único en que puedo pensar...
es en porqué te extraño tanto.
Desearía en ciertos momentos quedarme callado.
No correr a recitarte desesperado
todas tus aptitudes que siempre me han dejado embelezado;
decir lo justo y necesario;
necesario y justo.
No ser tan seco ni empalagoso,
la medida justa entre tus silencios y mis besos.
Me gustaría y desearía tantas cosas
pero me vas a tener que disculpar, pero no, no puedo.
Cuando estoy lejos de tu voz
mi primer gesto es la desesperación.
Cuando te veo no puedo decirte palabras justas,( ¡ siquiera palabras! )
mantengo siempre la intención
de nombrarte de tu belleza cada detalle hasta la extenuación.
Me vas a tener que disculpar, perdonar,
pero te hice esta y mil poesías más.
Y tendré que recordarte aunque querer no quiera,
que la distancia que recorren mis ojos
entre tus pupilas y tu boca es el camino preferido
que para todos los días de mi vida he elegido.
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