PINTADA 29/1

sábado, 19 de junio de 2010

Cuento I : El principito 2da parte no oficial.

El principito despertó con sus piernas, sus ojos, su cabeza y más allá de todo el corazón profundamente dolorido, quiso recordar qué era lo que le había sucedido, recordó al Zorro, al viajero que había conocido en el desierto y finalmente comprendió porqué había vuelto a su estrella, se acordó de La Serpiente.

Cuando pudo reincorporarse totalmente, abrió sus ojos. La flor comenzó a bailar desde su lugar, a cantar hizo cuanto pudo para demostrar la alegría que constituía para ella su vuelta. El Principito, asombrado denotó que no eran orugas y polillas quienes rodeaban a la Flor sino amables mariposas. Se puso contento ya que en este tiempo aunque no haya estado él, no estuvo mal acompañada.

Retomó sus rutinas habituales, se levantaba bien temprano, deshollinaba sus volcanes, regaba su flor, se sentaba a contemplar las millares de estrellas que lo rodeaban. En su interior, sabía que ya nada era igual, habia una estrella diferente a todas las demás, era La Tierra. Un zorro diferente a los demás que desde aquel momento en que lo domestico y para siempre sería su zorro…

Continuó así sus días dilucidando qué hacer, pensando en el silencio eterno de la atmosfera que sólo podía ser corrompido por su amada Flor que de vez en vez hacía llamar su atención.

El principito; tras su primer viaje a la tierra decidió volver nuevamente. Tomó sus volcanes, su flor y el biombo que construyó para su flor a fin de que en el viaje esté salvaguardada.

Había entendido la banalidad de los otros 6 planetas que con anterioridad había recorrido (el de El Bebedor, El hombre de negocios, el Rey, el Vanidoso, El Farolero y el del Geógrafo) por cuanto que sin hacer escalas en alguno de los planetas mencionados, se dirigió hacia la tierra con un objetivo preciso, el Zorro.

Al llegar a la tierra, descendió en el mismo desierto. Lo cruzó con grandes ansias y se dirigió hacia el bosque donde habitaba el Zorro, aguardó horas y horas, días, semanas, luego de 2 meses, el Zorro apareció.

Transformado ya el Zorro, irreconocible, espectando los pasos del principito con cierta desazón, una desconfianza formidable ganada en apenas algunas cuantas semanas le explicó que “el tiempo era quien esclarecía las cosas, las cosas cambian, nada es para siempre” y quiso proseguir su cuasi-monólogo cuando El principito como si fuera con un cuchillo cortó el aire con su llanto. Tapándose la cara con sus pequeñas manos mezcladas entre el sudor y el llanto debido a la situación, le dijo al Zorro: "No digas más, he entendido nada de esto ya tiene sentido. En otra vida, en otro momento, otro cuerpo te veré; ya que lo que embellece al desierto es que esconde un oasis en alguna parte."

Sin más que decir, el Zorro se quedó perplejo sentado con sus pequeños ojos cristalizados, su gran astucia esta vez; no le alcanzó para ofrecerle un consejo prudente, algun verso o alguna frase memorable. El nudo en la garganta eclipsó de manera formidable cualquier intento.

El principito se marchó lentamente. Habiéndolo comprendido todo, la banalidad de su viaje en sí.
Primero arrojó su capa al río, luego su espada, y finalmente mirola a su Flor que siempre tanto la amó y se dijo “hay ciertas veces que la libertad carece de precios/sentimientos y traspasa cualquier frontera”, al mirar sus ojos – los de la flor-, entendió cual era su destino, la sembró dulcemente junto con las demás flores de aquel gran jardín para que nunca esté sola, y asi mismo hizo con sus volcanes.

El principito, sin un hombre con un avión varado en el desierto con quien dibujara ovejas en la noche, ni flor, ni zorro, ni oasis, entendió que algunos viajes comienzan en conjunto y terminan en soledad...

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