PINTADA 29/1

domingo, 23 de enero de 2011

Confianza, de eso se trata.

Me levanté así como sentido, mis párpados pesaban, mis rodillas al solo movimiento se hacían oir como nunca antes y mis manos se movían casi dormidas, torpes para ser más exactos.

Dibujado tras la ventana un sol que daba la imágen de estar perdido, brillando sólo en la inmensidad de aquella borágine infinita de agujeros negros, estrellas y valla uno a saber cuanto más, que con la sencillez que nos caracteriza llamamos "cielo".

Revisé los bolsillos de la chaqueta que reposaba plácidamente en la alfombra de mi habitación. Con la esperanza de encontrar talvez, algún descuento, una nota, algo para el día comenzar ( Sé que habrán pensado que iría a buscar dinero, pero no, eso siquiera lo imaginé, lo daba por descartado )

Bajé por la escalera de siempre, abrí la púta puerta rechinante que da a la calle y emprendí mi viaje hacia el exterior que en esta oportunidad todo transcurría de manera gentil y sencilla.
El mundo, sin aviso previo se fué deteniendo poco a poco la velocidad; 5ta, 4ta, 3ra y así hasta quedarse estático, mudo, silencio general.

Estabas ahí, en la parada del 55, mirando tus uñas, jugando con tu pelo, como si todos los problemas, el ruido que antes existía y el smog de la ciudad, no te tocasen, podría la muerte incluso pararse a tu lado que sería un traunsente más a tu alrededor, una imágen.

Mientras te admiraba encendí un cigarrillo, dubitativo, tuve que luchar contra el viento escondiendomé detrás de un puesto de diario, eran las 6:00 AM o algo similar.

Pensé en inventarte un nombre, pararme cerca tuyo y decirte para comenzar la charla " Vos sos Carla, amiga de Fulana, ¿ No?", pero caía de maduro. Ya nadie, a mi buen entender, podía ganar comenzando con aquella frase.
Por un momento supuse que había ganado la lotería, el éxtasis de una buena idea se filtró en cada una de mis venas. Me acercaría suavemente y le preguntaría acerca del clima, ¡Qué mejor disparador que aquel!.
Pasó medio minuto, no más y volví a caer en el pozo profundo y principalmente, sin fondo ( nunca nos deja de sorprender ) de la verdad.
Jamás, en mi vida entera había podido cruzar dos palabras con una mujer y ahora, pretendía que, en una parada de c o l e c t i v o s, encontrar al amor de mi vida, sin espacio a dudas, una imbecilidad.

Levanté la vista y rápidamente tir é el cigarrilloal suelo.

Alcanzé a divisar, detrás del puesto de diario que extendías tu mano; venía el colectivo.

Mis pupílas habían vuelto a su estado habitual, pesadas, y el éxtasis se diluía gota a gota creyendo dar esta batalla por perdida, te escapabas de mi vida de manera fugaz, sin adioses, ni peros, ni promesas, tal como viniste.
Empezé a transpirar e impulsado me subí al colectivo justo detrás tuyo.

Hizo eco tu voz en mis oidos "Hasta Plaza Italia porfavor", ¡Ah!, qué delicia, la textura, el color de tu voz tal como lo imaginé, no podía ser más.

Pedí mi boleto de colectivo con la grandísima y curiosa casualidad de que ibamos al mismo lugar " Plaza Italia", repetí, intentando captar tu atención, pero no. Seguías obunilada. Pensativa en valla a saber uno qué...

Recuerdo que el colectivo estaba más bien vacío, como no suele ser común en una Megalópolis como Buenos Aires, pasé cerca tuyo, inflamando mi pecho de valor, astucia, coraje y todo eso que dicen se requiere, y de la mejor manera pude, casi tartamudeando, mirarte a los ojos y decirte:
-Permiso, po-porfavor.

Te corriste, sin darme un segundo de tu mirada, me senté en el asiento más próximo y así transcurrió todo el viaje.
Te bajaste en Plaza Italia como le habías prometido al chofer.

De tu vida, no supe más nada, pero en cuanto a mi, me quedé sólo, jugando con mis manos, acariciando en el aire la textura de tu voz y taladrando mi cabeza de manera constante el archi-conocido "Qué hubiera sido si...".



((("Qué hubiera sido si...", frase común a otros tantos imbéciles, gente sin coraje, valentía, sin confianza; Como vos y yo, que también bien sabés de aquella vez que cuando hacía falta tu voz, te quedaste callado.)))

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