PINTADA 29/1

domingo, 23 de enero de 2011

La muerte ya no nos limita más.

Entre mis manos podía acariciar el frío,
sentir a mis espaldas la respiración insostenible de una soledad
que supo hacerse lugar, aquí,
junto a mi.

Hurgué durante algun tiempo en lo más profundo de mi memoria
buscando algun que otro recuerdo que me conceda un instante de calor,
que me robe una sonrisa para amenizar esta soledad
que no parece muy entusiasmada en irse deprisa.

Buscando entre almanaques y fotos viejas
encontré un recorte que alguna vez de algun diario tomé
que decía así :

“Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad ..." Gabriel García Marquez.

Entonces sí, comprendí
que la vida era efímera,
que el amor nunca conocí,
y que en los años que viví,
sólamente de los problemas corrí
y es por eso que hoy estaba tan sólo, sin nadie, sin mi.

Comprendí todo aquello y mucho más.
Llevé mis manos a la cara como queriendo alejarla de mi cuerpo,
talvez, iluso, quería esconderme por sólo un segundo,
dejar de ser yo,
escapar,
volar,
lejos,
a algún lugar.

Y por primera vez,
preso de una tristeza que me sacudía el alma;
Lloré;
y fuí
feliz.
Lloré.

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