PINTADA 29/1

domingo, 23 de enero de 2011

Historia de Bar

Cierro los ojos de manera forzada, reteniendo el llanto que nunca lloré y pienso en nada.

Aveces en los estadíos de melancolía plena, pienso las personas que fuí dejando "atras", los recuerdos que vienen y se van; son como fotos.
Imágenes lúcidas que se vienen a posar en nuestra sien para después escaparse sin previo aviso, tal como vinieron.
Pequeñas luciérnagas de luz que luego perderse sabrán en la inmensidad de la noche oscura, en toda su extensidad.

Prendo otro cigarrillo y espero que el tiempo tenga ganas de dejar de correr, y recien ahí, me pararé.
Mientras... El café como es costumbre, se enfría de a poco en mi mesa de ganas, vacía.

A lo lejos, tras la ventanilla del bar alcanzo a observar un retrato perfecto de amor:

La chica que sabe que no hay más y se queda.
Toma la mano de él y vacila, tiembla.
Él le dice que va a cambiar, que esté junto a él una vez más, roza sus labios con los de ella, juega con su nariz, la respiración se entremezcla, los ojos comienzan a envidriarse, el silencio se hace canción y el pecho toma cierta aceleración.
La razón, como siempre, en los momentos decisivos se declara ausente y da un paso al costado; le deja este momento, al corazón.

Se miran exhaustivamente, como intentando encontrar en sus iris eso que las palabras, nunca, nunca pueden expresar.

Ella que duda, el que afirma, toma su mano precoz y le da uno de esos besos que no hacen más que dar envidia a quien observa y, ¡mucho más aún! a la soledad (quien esperará tranquila el momento de la venganza).
Sus labios mimetizandosé, eran dos y ahora uno, la saliva que trafican sin pudor ante tanta gente que mira y observa con recelo, desearían estar ahí, ¡Cuanto darían!, ser amados, ser parte de aquella historia pero miran y no pueden más, que mirar.

Mientras tanto mi cigarrillo se fué quemando y ahora sólo queda un filtro triste, seco con gusto a tabaco que ante la ausencia del mismo, tambien lo fumaré, el café ahora es un recuerdo vago, lejano, ya lo terminé.

Llego a observar más lejos aún, no sin cierta dificultad, como aquella pareja de dulces golondrinas se escapa por una Corrientes que ya no volverá a ser igual.




(((En su alma nevaba y siempre llovía, su corazón estaba solo y las canciones de amor, lo entristecían. No conocía de primaveras ni veranos, pobre él, un triste Fulano. )))

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